Por Daniel Braquet _ Revista PAULA
Dodera esquina Treinta y Tres. A dos cuadras de la plaza principal de Maldonado. Apenas a diez minutos de Gorlero, el corazón de la Punta. Casi media cuadra de jardines rodeando la casona de muros rosados. Señoral, histórica, albergue de una pareja que protagonizó un romance digno de novela al mejor estilo siglo pasado, y muchos más adecuada para el cometido que hace veinte años le dio aquel entrañable personaje que fue Jorge Páez Vilaró, y no para el proyecto de hacer allí un restaurante y hotel, como alguien pensó a fines de la década de los ‘60.
El MAAM, como popularmente se le llama, un centro dedicado a divulgar los valores culturales de Uruguay y el resto de América, el único museo privado latinoamericano que permite hacer un viaje en el tiempo, exhibiendo piezas de la civilización de Valdivia -2.000 Antes de Cristo- hasta el presente. Un museo de primer nivel, que desarrolla en la temporada estival una nutrida cartelera de actividades con exposiciones en sus seis salas permanentes que se renuevan quincenalmente, conferencia, conciertos y actos acordes con su espíritu y que recibe más de 23 mil visitantes por verano.
Al frente del comité ejecutivo de Museo esta Jorge Páez Algorta, un joven que desde los años ’70 se dedico a la actividad publicitaria, y al que la reciente muerte de su padre le cambió la vida. Tal como el mismo cuenta: “Mientras velábamos a mi padre, la familia tomó la decisión de seguir con el Museo, al que le dedico su interés hasta sus últimas horas. Por tanto no podíamos dejar perder esto. Uno de los momentos más difíciles fue la apertura. Era muy emotiva, pero no queríamos que se convirtiera en un nuevo velorio de mi padre. Por eso quisimos que este año el MAAM se vistiera de fiesta. Es el mejor homenaje para su querido fundador”.
-Su padre fue un hombre muy dinámico y polifacético. Pintor, dibujante, amante del dixieland, de la música, publicista. ¿Cómo empezó con el Museo?
-Mi padre fue un verdadero aventurero. En sus recorridas por América fue descubriendo el arte precolombino. Empezó a atesorar piezas de Perú, México y poco a poco, lo que se inicio como hobby se convirtió en pasión. Hizo expediciones arqueológicas, fue llenando nuestra casa montevideana de objetos que traía de sus viajes, y un día descubrió esta casa en Maldonado. Sus propietarios la habían comprado para abrir allí un restaurante y hotel, pero abandonaron el proyecto. Jorge la compró y abrió allí el Museo, un centro cultural con entrada libre, y, sin embargo, al que visitan mucho más los turistas extranjeros que los propios fernandinos.
-Usted es un hombre que dedicó buena parte de su vida a la publicidad y ahora se enfrenta a la dirección de un Museo. ¿Se siente preparado para ello?
-Entiendo que el MAAM es un medio de comunicación. De la comunicación cultural para conocer mejor nuestra América, y la oferta que hacemos es para todo público. La idea es terminar con el reparo que representa para mucha gente la palabra museo, que les suena a cosa vieja, aburrida. Creemos que hay una gran demanda por las manifestaciones culturales, y por eso encaramos nuestra actividad como una obra de entrega a la comunidad. En lo personal, mi misión es mantener viva esta casa.
-¿Jorge se sentía satisfecho con la respuesta del público a su propuesta cultural?
-Mi padre trabajaba incansablemente en la organización de la temporada. De él aprendí que uno planifica, diagrama, canaliza inquietudes y reacciona como un actor, que cuando se levanta el telón da la mejor de sí y aguarda el final para recibir la gran recompensa: el aplauso de los espectadores. Aquí, la presencia de la gente es el aplauso diario que despide al actor.
-Usted dijo que hay gente a la que le asusta la palabra museo. ¿Eso apunta al sector de la juventud?
-Eso apunta a cierta gente. Pero sin duda que nos preocupa acercar a la juventud. Por ello, pensamos en ellos al armar la programación. El público del MAAM puede dividirse en dos grandes sectores: los amigos de siempre, los habitués, aquellos que vienen aquí en busca de paz, de actividades diferentes al ruido que se ofrece en otro tipo de actividades menos espirituales. Y los que captamos temporada a temporada, los nuevos, los que descubren este mundo distinto que abre sus puertas todos los días entre las 18 y las 22, y disfruta gratis de las actividades de este centro cultural.
-¿Qué se ha hecho de lo planificado por su padre, y cuál viene siendo su contribución en esta temporada?
-Hasta sus últimos momentos Jorge se ocupó del Museo. Me delegaba gestiones pero vivía pidiéndome cuentas de cómo marchaban las cosas. Es que la temporada del MAAM se planifica en general con un año de anticipación. Los mismos artistas, los críticos, los amigos que nos visitan habitualmente van haciendo sugerencias, y uno diagrama lo que se ofrecerá el año próximo. Después hay que trabajar a partir del momento que se cierran las puertas, hacer gestiones en distintos países, para poder concretar los proyectos. Personalmente tengo algunas ideas. Una de ellas es extender la temporada, y mantener abierto este centro todo el año.
-Pero concretamente, ¿qué se ha hecho para mantener vivo el Museo?
-Abrimos con la Sexta Muestra Nacional de Plásticos jóvenes, Premio Coca-Cola, durante enero hubo conciertos del grupo vocal “Suite Montevideo”, del sexteto Esteban Gil, de René Marino Rivero, conferencia sobre la arqueología en Uruguay, la cultura y medio ambiente en los bañados de Rocha y exposiciones de fotografía, pintura, escultura de numerosos artistas. También se encargó la inauguración de una nueva sala, llamada Rio de la Plata” que fue donada por nuestro presidente de Honor Benno Mattel y su esposa Christina, y que alberga piezas precolombinas uruguayas y argentinas. También se encaro la impresión de un costo catalogo a color con una completa información del museo por secciones: arte precolombino, artes tribales de África y Oceanía; arte colonial de la Conquista, arte popular y esculturas de los más destacados plásticos latinoamericanos contemporáneos. En febrero presentamos el Premio “United Airlines” para arte joven del Uruguay, pinturas de José Trujillo, obras de Elida de León de Fiandra y esculturas de Hugo Nantes, un concierto de la Sinfónica Juvenil del Ministerio de Educación y Cultura y otro del grupo vocal “Suite Montevideo”.
-¿Y no habrá nada para recordar al fundador del Museo?
-Tengo el proyecto de hacer una sala permanente con la obra de mi padre. Y quizás, una noche de estas, cuando la luna dé su marco tan particular al jardín, proyectemos un audiovisual de Diego Abal con música de René Marino Rivero sobre la obra de Jorge. Por suerte, todos nuestros proyectos cuentan con el apoyo de las autoridades nacionales y sobre todo de contribución de diversos sponsors que comprenden y financian esta obra de divulgación cultural. Lo importante es tener claro que Jorge se fue, pero el museo sigue vivo.
Dodera esquina Treinta y Tres. A dos cuadras de la plaza principal de Maldonado. Apenas a diez minutos de Gorlero, el corazón de la Punta. Casi media cuadra de jardines rodeando la casona de muros rosados. Señoral, histórica, albergue de una pareja que protagonizó un romance digno de novela al mejor estilo siglo pasado, y muchos más adecuada para el cometido que hace veinte años le dio aquel entrañable personaje que fue Jorge Páez Vilaró, y no para el proyecto de hacer allí un restaurante y hotel, como alguien pensó a fines de la década de los ‘60.
El MAAM, como popularmente se le llama, un centro dedicado a divulgar los valores culturales de Uruguay y el resto de América, el único museo privado latinoamericano que permite hacer un viaje en el tiempo, exhibiendo piezas de la civilización de Valdivia -2.000 Antes de Cristo- hasta el presente. Un museo de primer nivel, que desarrolla en la temporada estival una nutrida cartelera de actividades con exposiciones en sus seis salas permanentes que se renuevan quincenalmente, conferencia, conciertos y actos acordes con su espíritu y que recibe más de 23 mil visitantes por verano.
Al frente del comité ejecutivo de Museo esta Jorge Páez Algorta, un joven que desde los años ’70 se dedico a la actividad publicitaria, y al que la reciente muerte de su padre le cambió la vida. Tal como el mismo cuenta: “Mientras velábamos a mi padre, la familia tomó la decisión de seguir con el Museo, al que le dedico su interés hasta sus últimas horas. Por tanto no podíamos dejar perder esto. Uno de los momentos más difíciles fue la apertura. Era muy emotiva, pero no queríamos que se convirtiera en un nuevo velorio de mi padre. Por eso quisimos que este año el MAAM se vistiera de fiesta. Es el mejor homenaje para su querido fundador”.
-Su padre fue un hombre muy dinámico y polifacético. Pintor, dibujante, amante del dixieland, de la música, publicista. ¿Cómo empezó con el Museo?
-Mi padre fue un verdadero aventurero. En sus recorridas por América fue descubriendo el arte precolombino. Empezó a atesorar piezas de Perú, México y poco a poco, lo que se inicio como hobby se convirtió en pasión. Hizo expediciones arqueológicas, fue llenando nuestra casa montevideana de objetos que traía de sus viajes, y un día descubrió esta casa en Maldonado. Sus propietarios la habían comprado para abrir allí un restaurante y hotel, pero abandonaron el proyecto. Jorge la compró y abrió allí el Museo, un centro cultural con entrada libre, y, sin embargo, al que visitan mucho más los turistas extranjeros que los propios fernandinos.
-Usted es un hombre que dedicó buena parte de su vida a la publicidad y ahora se enfrenta a la dirección de un Museo. ¿Se siente preparado para ello?
-Entiendo que el MAAM es un medio de comunicación. De la comunicación cultural para conocer mejor nuestra América, y la oferta que hacemos es para todo público. La idea es terminar con el reparo que representa para mucha gente la palabra museo, que les suena a cosa vieja, aburrida. Creemos que hay una gran demanda por las manifestaciones culturales, y por eso encaramos nuestra actividad como una obra de entrega a la comunidad. En lo personal, mi misión es mantener viva esta casa.
-¿Jorge se sentía satisfecho con la respuesta del público a su propuesta cultural?
-Mi padre trabajaba incansablemente en la organización de la temporada. De él aprendí que uno planifica, diagrama, canaliza inquietudes y reacciona como un actor, que cuando se levanta el telón da la mejor de sí y aguarda el final para recibir la gran recompensa: el aplauso de los espectadores. Aquí, la presencia de la gente es el aplauso diario que despide al actor.
-Usted dijo que hay gente a la que le asusta la palabra museo. ¿Eso apunta al sector de la juventud?
-Eso apunta a cierta gente. Pero sin duda que nos preocupa acercar a la juventud. Por ello, pensamos en ellos al armar la programación. El público del MAAM puede dividirse en dos grandes sectores: los amigos de siempre, los habitués, aquellos que vienen aquí en busca de paz, de actividades diferentes al ruido que se ofrece en otro tipo de actividades menos espirituales. Y los que captamos temporada a temporada, los nuevos, los que descubren este mundo distinto que abre sus puertas todos los días entre las 18 y las 22, y disfruta gratis de las actividades de este centro cultural.
-¿Qué se ha hecho de lo planificado por su padre, y cuál viene siendo su contribución en esta temporada?
-Hasta sus últimos momentos Jorge se ocupó del Museo. Me delegaba gestiones pero vivía pidiéndome cuentas de cómo marchaban las cosas. Es que la temporada del MAAM se planifica en general con un año de anticipación. Los mismos artistas, los críticos, los amigos que nos visitan habitualmente van haciendo sugerencias, y uno diagrama lo que se ofrecerá el año próximo. Después hay que trabajar a partir del momento que se cierran las puertas, hacer gestiones en distintos países, para poder concretar los proyectos. Personalmente tengo algunas ideas. Una de ellas es extender la temporada, y mantener abierto este centro todo el año.
-Pero concretamente, ¿qué se ha hecho para mantener vivo el Museo?
-Abrimos con la Sexta Muestra Nacional de Plásticos jóvenes, Premio Coca-Cola, durante enero hubo conciertos del grupo vocal “Suite Montevideo”, del sexteto Esteban Gil, de René Marino Rivero, conferencia sobre la arqueología en Uruguay, la cultura y medio ambiente en los bañados de Rocha y exposiciones de fotografía, pintura, escultura de numerosos artistas. También se encargó la inauguración de una nueva sala, llamada Rio de la Plata” que fue donada por nuestro presidente de Honor Benno Mattel y su esposa Christina, y que alberga piezas precolombinas uruguayas y argentinas. También se encaro la impresión de un costo catalogo a color con una completa información del museo por secciones: arte precolombino, artes tribales de África y Oceanía; arte colonial de la Conquista, arte popular y esculturas de los más destacados plásticos latinoamericanos contemporáneos. En febrero presentamos el Premio “United Airlines” para arte joven del Uruguay, pinturas de José Trujillo, obras de Elida de León de Fiandra y esculturas de Hugo Nantes, un concierto de la Sinfónica Juvenil del Ministerio de Educación y Cultura y otro del grupo vocal “Suite Montevideo”.
-¿Y no habrá nada para recordar al fundador del Museo?
-Tengo el proyecto de hacer una sala permanente con la obra de mi padre. Y quizás, una noche de estas, cuando la luna dé su marco tan particular al jardín, proyectemos un audiovisual de Diego Abal con música de René Marino Rivero sobre la obra de Jorge. Por suerte, todos nuestros proyectos cuentan con el apoyo de las autoridades nacionales y sobre todo de contribución de diversos sponsors que comprenden y financian esta obra de divulgación cultural. Lo importante es tener claro que Jorge se fue, pero el museo sigue vivo.
1 comentario:
Una excelente nota. La verdad me gusto mucho.
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